Noche de difuntos
Tras ser rechazado como boina verde, me destinaron al Regimiento de Infantería número 50, en la isla de Gran Canaria. Mi nuevo destino sería la unidad antiaérea. Portaría un cañón ligero Oerlikon de 20 mm en la trasera de mi Land Rover 109 . Por suerte, la mitad del año estaba en reparación. Así que nos reinventaron como unidad avanzada de reconocimiento. Algo más acorde con mis inquietudes. Aquella debía ser una maniobra más. Un ejercicio contra fuerzas especiales de infantería de marina. Buscaríamos un punto estratégico de posible desembarco enemigo, para posteriormente neutralizar la amenaza. Salimos del campamento base y caminamos unos treinta kilómetros. Nuestro destino era la Montaña de Arinaga en Agüimes, al sureste de la isla. Su empinada ladera volcánica caía de forma vertiginosa hasta encontrarse con el azul del océano, ya anaranjado con el agónico resplandor del atardece...