El polinomio
Nunca subestimes el poder de un polinomio. Yo lo hice. Aquel fue otro sofocante verano más. Los estertores finales de un insípido agosto, se soportaban a duras penas coleccionando cromos de La Liga o cazando zapateros en el viejo canal, a las afueras del barrio. Pronto empezaría el nuevo curso y había que aprovechar los últimos días de vacaciones. Nos apuntamos a la excursión que ofrecía el autobús del barrio para pasar un hermoso día de playa en Punta Umbría. Siempre llevaba mi balón, una especie de esfera ahuevada por el sol con una irreconocible imagen de Naranjito . Me chiflaban los partidos en la arena mojada de la orilla. El problema radicaba en que, esta vez, ningún amigo me acompañaba... y mis hermanos odiaban el fútbol. Estaba solo. Tras montar la sombrilla y afianzar la vieja colcha con alfileres a su alrededor, me dis...