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Mostrando entradas de diciembre, 2018

Tequila

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     Cuenta la leyenda que Don Cenobio llegó a la región de Tequila proveniente de un pueblo de Jalisco. Fundó su propia destilería y firmó un pacto con el diablo para producir el mejor tequila del mundo. Un trabajador aseguraba haberlo visto encadenado en una cueva, mientras el mismísimo Lucifer lo azotaba como parte del trato. Don Cenobio tenía un corcel negro llamado Satanás del que nunca se separaba. Poco tiempo después de fallecer el viejo, su caballo murió de tristeza. Cerca de la destilería se encuentra el callejón del Diablo. Se dice que si caminas por él en una noche sin luna, el corcel aparecerá y te llevará hasta las puertas del infierno.      El trabajo a tiempo parcial como estrella de rock sólo daba para cambiar cuerdas y arreglar el viejo amplificador. Por ello, cuando me ofrecieron un contrato a tiempo completo en una empresa constructora no me pude negar. Intenté compaginarlo, pero era agotador. Trabajaba de lunes a viernes. Mañ...

Navidad

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     ¡Ah, la Navidad! ¡Qué época tan entrañable! ¡Cuánta Felicidad!      Y cuántos regalos.      Después de encararme con Papa Noel por usar el móvil mientras recoge cartas y enseña su flamante Garmin Forerunner asomando por debajo de su roído disfraz tres tallas mayor, he permanecido seis horas intentando decidirme entre Dual Core Snapdragon 205 y Quad Core Snapdragon 212 .      De pie, en una mesa alta, junto al embriagador aroma a alcantarilla saturada del servicio de caballeros, almuerzo un grasiento kebab envuelto en papel de plata.       Ahora sí, me dispongo a salir victorioso del centro comercial, atravesando la sección de perfumes de la planta baja. Allí, un señor con los ojos hundidos, dialoga con la dependienta:      ―Buenas tardes señorita. Estoy buscando una colonia para mi mujer.      ―Sí, claro. ¿Sabe su nombre?  ...

Un poema errante

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     Nunca te enamores de la novia de tu mejor amigo. Sobre todo si su corazón aún le pertenece. Es un amor frágil. Achacoso. Enfermizo. Con la única promesa de una larga convalecencia que no te dejará cicatrizar. Porque lo que está condenado a morir joven corre el riesgo de eternizarse. El dolor, el desconsuelo y la angustia nunca se olvidan. El placer sí.       No buscaba una relación larga. La última no terminó bien. Murió estrangulada por un millón de discusiones etéreas y un par de sueños de grandeza. Pero cuando tu habitación sabe a cerveza caliente y las paredes se estrechan tanto que no te dejan respirar. Cuando el teléfono enmudece. Ríe. Se burla. Te ignora. Cuando vuelves a ir y vuelves a venir. Cuando te sientas aquí y te levantas allí. El mismo silencio. Las mismas paredes. El mismo sabor. Cuando el reloj atrasa y el polvoriento vinilo sigue girando tras la última canción… entonces te armas de valor y vuelves a salir.  ...

La chica del café

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     No recuerdo el momento exacto en el que dejé de ser niño y comencé a ser hombre. Hay quien dice que se produce de forma gradual. Un proceso adaptativo. Puede que evolutivo. A mi me gusta pensar que más bien se trata de un fenómeno sumatorio. Te vas recargando de pólvora hormonal hasta que la chispa adecuada te hace volar por los aires.      Fui el primero de mis amigos en besar a una chica cuando aún le escribía cartas a los Reyes Magos. No recuerdo haber pedido nunca nada de eso. A finales de cada noviembre, con la llegada del frío otoñal, mis hermanos y yo nos sentábamos alrededor del brasero. Desplegábamos sobre la mesa camilla el catálogo oficial de equipos y complementos de Geyperman y contábamos cada día, hora, minuto y segundo que faltaban para el bendito seis de enero. No. Ningún beso podía competir con eso.      ―¡Yo este año me pido el oficial alemán!      ―¿Seguro? ¿No prefieres al p...

El rockero

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     Yo era una puta estrella del rock. Pero tenía un jodido problema. No me dejaban recogerme tarde.      Había gastado mi última bala unos meses antes. Demasiados tequilas y un feo asunto con Bunbury y sus héroes terminaron por dilapidar el poco crédito que me quedaba. Historias de la noche.      Sonia, mi novia por aquel entonces, era una proporcionada y atractiva morena de ojos castaños cuatro años menor que yo, y diez veces más celosa. Después de cada ensayo, tenía el tiempo justo para meter mi vieja Talmus Stratocaster en el Fiat Uno turbo y salir pitando en su búsqueda.      ―¿Has fumado? ―Me interroga nada más entrar al coche.      ―No. Sabes que no fumo.―Le contesto.      ―Pues hueles a tabaco. ―Continúa.      ―Será del humo del local, que está muy mal ventilado.      ―¿Y ese carmín en la cara? ―Me insis...

El monopatín

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     Estamos de servicio en la UVI móvil. Suena el teléfono. Nuevo aviso. Un niño de nueve años ha sufrido un traumatismo craneoencefálico tras caerse de un columpio en el parque. Volamos hasta el lugar. Allí se encuentran ya varias patrullas de la policía local y una ambulancia de soporte vital básico, que pasaba por casualidad. De la consulta del centro de salud cercano ha salido un médico que ya atiende al niño. Las vecinas de cabecera sostienen a la desvanecida madre, mientras la abanican con la carta de helados del quiosco donde tomaban café. Al padre lo intentan sujetar entre dos policías, grita qué quiere denunciar al ayuntamiento.      Por fin accedemos al accidentado. Está llorando. Le han puesto un collarín cervical que le molesta más que la erosión que tiene en su rodilla. Un pequeño chichón en la frente es el único indicio que justifica su llanto. Aplicamos la escala de coma de Glasgow para medir el nivel de conciencia del niño....

Doña Anselma

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     Hoy hemos salvado una vida. Otra. Una familia entera vuelve a latir. Es mi trabajo. El de todo un equipo de grandes profesionales. Un eslabón más dentro de la cadena de la vida. Tenemos esa suerte. Aunque algo así nunca se vuelve rutinario. No me lo permito.      El primer año de carrera fue el más duro. Era mal estudiante. Nefasto. No tenía el ritmo de mis compañeros. Demasiadas interrupciones laborales y pocas horas de sueño habían conseguido que perdiera la inercia necesaria.      Deseaba con todas mis fuerzas ser médico de emergencias. Era casi una obsesión, llegar a liderar algún día una UVI móvil .      Pasaban los meses y no aprobaba asignatura alguna. Recuerdo el murmullo al final de clase cuando salía una nueva calificación en cualquier materia. Las publicaban en unos acristalados tablones de corcho, en los que se amontonaban decenas de cabezas ávidas de curiosidad. Yo me acercaba con l...