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Mostrando entradas de enero, 2019

Como en una película de Tarantino

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    Como en una película de Tarantino. Sólo faltó la sangre. Pero claro, no somos americanos.     Aquella mañana de sábado no tenía nada de especial. Ni siquiera la resaca. Quino, Francis, Candy y yo, apuramos la madrugada como de costumbre. En la discoteca, el pinchadiscos y la banda sonora de Dirty Dancing nos insinúan que tal vez va siendo hora de irse a casa. Paramos un taxi. El taxista, un gigante rabúo, acebonao y con la cara del que peleaba con James Bond, sin duda esperaba otro tipo de clientela.      Yo tenía una habilidad. Era capaz de nebulizar polvitos de estornudar en medio de una reunión sin que nadie se percatara. ¡Pfff, y ya estaba en el ambiente! Lo cierto es que no hicimos nada que mereciera tal recibimiento. Me enerva que no me devuelvan el saludo. De modo que sí. Lo hice. Esparcí esa mierda por todo el taxi. En pocos segundos mis ineludibles cómplices lo advierten. Se miran unos a otros al tiempo que tratan de co...

A propósito de la dignidad

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     Después de terminar el servicio militar y retomar de manera fugaz mi trabajo en la carnicería, me encontré con mi primera situación oficial de desempleo. Tenía veinte años y más tiempo libre que nunca. El finiquito y las prestaciones me ayudarían a cumplir mi sueño: tocar la guitarra en una buena banda de rock. Lo malo de crecer en un barrio obrero es que, a menudo, se tiene el sueño ligero, y ver a mi madre fregando cubos de basura en la comunidad de vecinos por ciento veinte pesetas al día, hubiese despertado al mismísimo Morfeo.      Creo que fue Aristóteles quien dijo que la dignidad no consiste en poseer honores, sino en merecerlos.      Cuando mi vecino Celestino apareció por casa comentando que necesitaban un conductor de furgoneta en la obra, no me pude negar. Apoyé mi Talmus Stratocaster una vez más sobre la pared de mi cuarto y me zambullí de lleno en el maravilloso mundo de la construcción.  ...

Te veo esta noche

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     Hoy me ha tocado limpiar la buhardilla. He vuelto a cambiar el orden de las cajas del ajuar. Todavía hay toallas sin estrenar del viaje a Portugal. Al fondo, en un polvoriento rincón, hay una vieja caja de cartón. Está prácticamente deshecha por culpa de la humedad.  Al intentar rescatarla se ha desintegrado en mis manos. Su contenido yace desparramado por el suelo. Un cubo de Rubik , una flauta Hohner con sus partituras, recortes de periódicos antiguos, varios boletines de notas de la ya cada vez más antigua EGB, una muñequera ochentera, cintas de cassettes, un Kalkitos con el gol de Rubén Cano a centro de Cardeñosa, y casi una década de álbumes de la liga. La mayoría regalos de un buen amigo.      Lolo tiene una habilidad especial para conseguir los últimos fichajes y completar el álbum antes que nadie. En el patio de vecinos, su lavadero se sitúa una planta por encima del mío, algo escorado a la derecha. Nos separan apenas ocho...