¡Bésame, tonta!
Un beso no es más que ochenta millones de bacterias y otros microorganismos a la deriva en apenas diez miligramos de agua, grasa y sales minerales. Los antropólogos nos cuentan que es «una forma instintiva de la madre para proporcionar afecto y protección a su cría». He leído a otros que hablan más bien de «un impulso de succión que trata de evocar el período de lactancia». Algunos opinan, en cambio, que se lo debemos a «la costumbre de algunas tribus primitivas de olerse entre ellos»... Se atreven incluso a relacionarlo con «tendencias canibalísticas». Sea lo que fuere… le estamos perdiendo el respeto.
¿No me crees?
Cientos de horas de Ballet Fit, Body Weight Training, Crossfit, Tai Ski, Fly Yoga, Acrogym, HIIT… ¿Sabías qué en un beso se activan más de treinta músculos faciales y se consumen quince calorías en menos de tres minutos? Pues en toda nuestra vida apenas ocupamos diez o doce días en esta actividad. Y no creo que la excusa sea la diversión.
Estoy de acuerdo con Raquel Welch en que la zona erógena por antonomasia es la mente. No obstante, las féminas priorizan ―como zona con mayor grado de sensualidad― al clítoris y la vagina por encima de sus labios, que lo sitúan al mismo nivel que el cuello y los pechos. El hombre, en cambio, lo establece en segundo lugar, tras el pene, pero le otorga menos poder sensual que la mujer. Sin embargo, las terminaciones nerviosas que se involucran durante un beso activan un área cerebral más grande que la de los genitales.
El problema de meter en estos asuntos a la ciencia es que acuchilla por la espalda su propia idiosincrasia. Aún a riesgo de morir matando, leí que «el buen sexo debe durar entre siete y trece minutos». En 2012 un equipo de investigadores de la Universidad de New Brunswick afinó un poco más, hablando de once a trece minutos de preliminares y siete u ocho de coito. La mayoría de los participantes declararon que les gustaría que sus encuentros sexuales durasen casi el doble de tiempo, aseverando que un coito prolongado dejaba de ser placentero y comenzaba a producir problemas de concentración y disminución en la excitación. Entonces… ¿por qué no se alargan los preliminares?
Tenía un compañero en la mili que intentaba paliar su físico poco agraciado con un lenguaje soez y un comportamiento vulgar, ofensivo incluso para ese período de la vida. No paraba de burlarse de todo el mundo con bromas pesadas y una falta total de escrúpulos. Un día me lo encontré cabizbajo sollozando en un lateral de la compañía. Al principio pasé de largo, pues no hacía mucho lo había agarrado del cuello por faltar al respeto a mi familia. Pero mi afán enfermizo por cambiar el mundo hizo que me volviera para preguntarle qué le ocurría. Me contó que su novia lo había dejado. Tenía diecinueve años y llevaba cinco con ella. Por lo visto, el muy capullo, se cansó de esperar a que la flor se abriera por si sola y forzó la situación. Le dije que le escribiera una carta para disculparse y decirle lo mucho que la quería. No sabía escribir, así que me ofrecí a ayudarle.
― A ver, ¿qué te gustaría decirle?
― Pues… ¡Qué le voy a comer to er coño!
― No, no. ¡Bestia! Di algo bonito. Romántico…
― ¡Qué no puedo vivir si no me la follo!
Cuando pensaba que aquello no tenía solución, recordé una frase del Born to run de Springsteen… «Esta noche quisiera morir contigo en un beso eterno». El siguiente fin de semana regresó con el sistema límbico limpio como una patena.
Ese poder tiene. Y aún así, le seguimos faltando al respeto. Hay miles de artículos y estudios que afirman que el cincuenta por ciento de los hombres adultos ―y el catorce por ciento de las mujeres― mantendrían relaciones sexuales placenteras sin besarse.
Y lo triste es que los más jóvenes, lejos de solucionarlo, lo están empeorando. Adelantan el coito y reducen el tiempo de seducción a la mínima expresión. Pero es que, además, un estudio de la Universidad de San Diego, publicado en la revista Archives of Sexual Behavior, ha desmontado que los millennials tienen menos sexo tradicional que sus padres a su edad.
Con las nuevas tecnologías es mucho más fácil y cómodo obtener placeres sexuales digitales, y no me refiero a los dedos. El problema es que todo ello es a costa de disminuir peligrosamente el contacto persona a persona. Me vais a perdonar, pero yo, antes de descargarme la música en mp3, prefiero tenerte cerca y disfrutar de un buen vinilo. Llámame analógico.
Magistral. Hermosa reflexión y digna de poner en práctica.
ResponderEliminarPues, ¡manos a la obra! Jajaja... Gracias.
EliminarNo puedo estar más de acuerdo contigo.
ResponderEliminarEn mi humilde opinión los "milenials" deberían aprender algo de las series televisivas que tanto adoran.Me explico: si tomamos un episodio de cuarenta minutos, los treinta y cinco primeros son de "bla...bla...bla" y "preparémonos para la acción " ... y sólo los cinco últimos de "verdadera acción y éxtasis "...pues eso.
...y ahora os dejo que tengo que dar la vuelta al "pick-up" ( "tocadiscos" para los de la E.S.O.)
Jajaja... Reeducación pues.
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